Nunca supe su apellido, nunca se me pasó por la cabeza preguntarle dónde había aprendido. Nunca supe nada de Uriel. Solamente anhelaba ese día de la semana en que llegaba a mi casa a tocar la guitarra y a decirme: esta es La y esta es quinta de La y después tocaba en cualquier otro tono, y cuando yo no sabía me miraba, alzaba los hombros y seguía tocando. Uriel me enseñó lo que nadie pudo enseñarme nunca más:
Este es el I y este es el V, y lo otro, a lo mejor, es el IV. Si le suena raro es la disonancia de tal acorde, me mostraba unas posiciones en la guitarra que años más tarde supe que se llamaban disminuidos, semidisminuidos, etc.
Nunca tuve ni tendré un MAESTRO de armonía, de MÚSICA como Uriel. Nunca usó palabras, solamente sonidos.
Estas son algunas canciones de las que aprendí con Uriel. Las armonías son las mismas que escucho en Charlie Parker, Paul Desmond, Vivaldi, Bach, Mozart, Beethoven…resumiendo: en Su Majestad La Música.











