“Albert Lynch (1861-1950) peruano, natural de Trujillo, está entre los famosos pintores de la capital francesa…y en los círculos artísticos de Europa, especialmente en Roma y París…Por su tesonera labor, y trabajando en todas las técnicas de la pintura se le consideró expositor “Fuera de Concurso” en los salones franceses. Lynch se especializó en la ilustración de libros y revistas. Sus pinturas son tiernas, elegantes, finas, y luminosas.”
Albert Lynch
La Música y La Pintura son hijas de El Arte. El Arte plasma, con o sin intención, el espíritu de una época. El Arte provoca en quien lo contempla un placer sensorial, intelectual o espiritual. La belleza es la cualidad que se encarga de “provocar” este placer. Sin embargo lo que es bello para unos puede resultar horroroso para otros y viceversa. De ahí que la belleza en el arte sea un tema que genera controversia en todas las épocas.
Un ejemplo: para Cristian Campos no existen razones de peso para dedicarle poco más que una nota a pie de página a la obra de Albert Lynch. Él considera que La Bella Betty y otras obras de Lynch, en sus propias palabras, son cuadros relamidos. Juzguen ustedes a La Bella Betty y otras obras de Lynch:











Otro ejemplo: en el mundo del saxofón la música de Kenny G es bella para unos saxofonistas, mientras que para otros es horrorosa, música “relamida”. Algunos saxofonistas la describen como una tonelada de azúcar disuelta en un brebaje empalagoso. Lo que no se puede negar es que este saxofonista tiene un éxito impresionante entre el público general.
La disciplina filosófica que estudia lo bello es la estética. Los estudiosos de la estética coinciden en que al final quien tiene la última palabra para emitir el juicio estético es quien contempla la obra de arte. Pero el juicio estético es muy diferente de una opinión estética. El juicio es la facultad del entendimiento que nos permite distinguir lo verdadero de lo falso; la opinión, verdadera o falsa, es el concepto que tenemos acerca de algo o de alguien. Opinión tenemos todos, pero el juicio es algo más complejo. La cosa se complica más en la estética pues además del juicio y la opinión entra en juego: el gusto. Y el gusto es algo que está muy bien repartido por que nadie quiere más del que ya tiene. Cada uno tiene su propio gusto y entre gustos no hay disgustos. A unos les encanta el café con mucho azúcar y a otros bien amargo.
En lo personal a mi me gusta contemplar los cuadros de Albert Lynch acompañados del sonido de John Coltrane: