Otoño tardío de 2003. Caminé desde la mañana hasta pasada la media noche.
Tenía mi saxofón a la espalda y un libro en la mano: El Lobo Estepario, de Hermann Hesse. El único libro que me he leído de él. Venía en metro desde Fabra i Pug, un barrio de Barcelona, me bajé en Plaza Catalunya. Caminé desde la mañana sin rumbo ni horario fijo, ese día no tenía clases.
Leía mientras caminaba, paraba en cualquier esquina a tocar el saxofón, necesitaba dinero para pagar comida y alquiler, solía tocar una hora seguida y descansar, ese día no tenía mucho corazón, estaba agotado mentalmente. Estaba absolutamente solo, a nadie en la ciudad le interesaba mi paradero, si comía o dormía.
Se acercaba el primer invierno que viviría en mi vida y para mí el más difícil, pues tendría que salir a tocar incluso en navidad y año nuevo y seguir haciendo lo mismo todos los días durante más de un año, temperaturas bajo cero, por supervivencia, no por placer.
En Colombia no hay estaciones y había vivido siempre en eterna primavera, tenía un salario digno y una gran reputación. Mi familia, mi novia, mis amigos de toda la vida, toda la estructura social que me permitía ser alguien estaba al otro lado del océano.
“La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas”
Pero aquí estaba yo, en una ciudad desconocida, entre desconocidos, sin códigos, sin una estructura social definida, como un perro callejero, un ser anónimo, con toda una vida por construir. Ese día vagaba por El Barrio Gótico, La Rambla, El Moll de Fusta, el Portal del Ángel, toda esa zona que suele estar llena de turistas.
El lobo estepario me acompañó todo el día. A eso de la una de la mañana regresé a mi habitación cuando terminé de leerlo, en Nit bus (bus nocturno). Me acosté muy gris, pensando si había hecho bien al leer ese libro en mis circunstancias.
Desde entonces no he vuelto a leer nada de Hermann Hesse, tengo el recuerdo de esa emoción, pero las palabras nunca podrán explicar lo que sentí. Las palabras son a las emociones lo que un fósil a un animal vivo. Solamente la música me permite revivir en ocasiones, no siempre, lo que sentí ese día.
“Hay que estar orgulloso del dolor; todo es un recuerdo de nuestra condición elevada”
“Nacimiento significa desunión de todo, anulación de la dolorosa individualidad. Dios significa ensanchar tanto el alma que pueda volver a abarcar todo”
“Cuando un hombre está muy triste porque se da cuenta de cómo es todo, entonces se parece un poco a un animal”
“Una vida fácil, un fácil amor, una muerte fácil, no eran cosas para mí”
“Así sucedió, que a eso de la una me escabullí para marcharme, era una derrota, un retroceso al lobo estepario”
“Todo humorismo superior empieza porque ya no se toma en serio a la propia persona”
“A los verdaderos hombres no les pertenece nada. El tiempo y el dinero pertenece a los mediocres y superficiales”
“Lo que más odiaba era todo lo mediocre, normal y corriente”