Escribir sin pelos en la pluma, pero sin faltar a la verdad.

Quien haya leído a Schopenhauer sabe que escribe sin pelos en la pluma, en su tono característico dice cosas como: algunos altos círculos intelectuales en realidad son altos círculos de charlatanes, hablan sobre lo que han escrito otros por que son incapaces de hablar de sus propios pensamientos. Leen todo el tiempo para nunca ser leídos, ignorantes de tanto leer

Esta manera de escribir atrajo muchos lectores, pero no representan ni de lejos el contenido de su filosofía. Son como dardos que hieren utilizando el veneno del humor. Algunos no gustan de este estilo, otros lo adoran. Algunos han publicado libros solamente con estos dardos bajo el título El arte de insultar.

Unos cuantos ejemplos:

Los periodistas

Una gran cantidad de malos escritores vive enteramente de esa estupidez del público consistente en no querer leer nada excepto lo impreso el mismo día: me refiero a los periodistas. ¡Merecen el nombre que llevan en alemán “Jourrnalisten”! Traducido literalmente reza: jornaleros.

Químicos que desean filosofar

Alguien debería decirles a estos señores de tubos de ensayo y retortas que la química por sí sola capacita para ser boticario, pero no filósofo.

El ruido

El ruido es la más impertinente de todas las interrupciones, ya que interrumpe, o incluso aniquila, nuestros pensamientos. Por supuesto, donde no hay nada que interrumpir no es extraño que no se lo perciba de modo particular.

Los críticos literarios

Hay críticos que consideran que depende de ellos establecer lo que es bueno y malo, y confunden su trompeta de juguete con los clarines de la fama.

Los críticos anónimos

Una impertinencia particularmente ridícula de semejantes críticos anónimos consiste en que éstos, cuando más bien deberían hablar solo en singular, sino en diminutivo, e incluso en «humillativo», utilizando expresiones tales como por ejemplo «Mi desprreciable poquedad», «Mi cobarde astucia», «Mi embozada incompetencia», «Mi pobre piltrafa», etc. ¡Así deberíais hablar, bribones encubiertos, serpientes que siseáis desde la oscura guardia de vuestra «Revista literaria de provincia» y que merecéis que se os cierre definitivamente el negocio!

En cuanto a mí, preferiría dirigir un casino o un burdel antes que semejante antro de críticos anónimos.

Los profesores de filosofía

Los profesores de filosofía se han comportado conmigo como Luis XIV lo hizo con su hermano cuando le puso la máscara de hierro y lo encerró en la Bastilla.

Alemania y la vergüenza de pertenecer a ella

Hago constar aquí, para el caso de mi fallecimiento, que desprecio a la nación alemana debido a su exaltada estupidez y que me avergüenzo de pertenecer a ella.

By Hans

Saxofonista
Maestro en Música como Arte Interdisciplinario

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *